Mike Jette es el mejor jefe que he tenido. Es un gran líder, gestor y mentor.
Conocí a Mike hace 6 años y medio en la Fiscalía del Distrito de Arizona, en Tucson. Mike fue asignado como fiscal en la unidad de delitos de cuello blanco, y a mí me asignaron como su asistente legal. Mike me dio la oportunidad de hacer mucho más que las tareas habituales de un asistente jurídico: organizar expedientes, programar reuniones y mantener su calendario. No me necesitaba para que le recordara los plazos de presentación de sus escritos ante el tribunal o cuándo tenía una reunión o una vista. Él mismo se encargaba de todo. Mike no me trataba como a alguien a su servicio, sino con enorme respeto y dignidad, como a un valioso miembro de su equipo de acusación.
Mike me incluyó en las reuniones que mantuvo con agentes federales, con testigos y con víctimas de delitos. Sabía que yo había sido víctima de un delito grave y vio en mí a alguien que podía prestar apoyo a otras víctimas de delitos, para ayudarlas a sentirse menos intimidadas por el proceso y más cómodas en la sala del tribunal donde tendrían que subir al estrado. Me dejó charlar con ellos para ayudarles a estar más tranquilos y explicarles la logística de lo que supondría prestar testimonio.